martes, 6 de noviembre de 2012

Lenguaje de tos y flemas

Me ocurre que estoy muy enferma. Mis sílabas brotan pegajosas de mis labios, se aplastan sobre los tubos del microbús. Mis ojos se han hecho aún más pequeños y todo lo entornan, todo lo vuelven borroso. Camino lento mientras aprecio el concepto de “tiempo inamovible”. No quiero que nadie se me acerque y los ahuyento soltando un tosido agrio, profundo, que lastima los oídos más sensibles. Y sólo no soy un monstruo porque mi carita pispirieta luce pálida, no horrorosa. Es entonces cuando llegas con tu canto suave diluyendo las flemas del ambiente: “Te quiero mucho, mi niña”, dices. Te veo sin mirarte y escondo el rostro. Sueltas una tos pequeña y perfectamente audible. “Esa tos fue un te quiero, quiero hablarte en tu lenguaje”. Así surge mi sonrisa luminosa, así caminamos de vuelta a casa tosiendo a ratos.

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